Me despierto pensando que
mis sueños están siendo una auténtica pesadilla, que tan sólo la realidad puede
serenarme. Sin embargo, cada vez que he abierto los ojos, el mundo ha
empeorado gravemente; por eso necesito regresar a ellos cuanto antes: "¡Dios
mío el mundo se ha vuelto más loco que nunca!" –me asalta una y otra vez
ese pensar–; y, decididamente, intento regresar al sueño; no obstante, me
despido de la vida por si no vuelvo a despertar: "Nos veremos en la
Eternidad."
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