Fue en aquella primavera
cuando desperté del letargo. Abrí y cerré los ojos varias veces dejándolos
abiertos al fin. Giré la cabeza de un lado a otro de forma mecánica. Alguien
estaba hurgando en mi espalda.
Mis brazos y mis piernas se
movieron. Di unos cuantos pasos vacilantes. Me colocaron en la estantería con
las demás y descubrí con horror que solo era una muñeca.
Silvia Asensio
García
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