John no podía contener la
sangre. Presionaba tan fuerte como podía con la mano izquierda, pero entre los
dedos se le escapaba el líquido a borbotones. En la otra mano, el humeante Colt
aún apuntaba al maltrecho Ray.
"¡Sal de donde
estés!" – dijo sin saber todavía cómo le habían herido. - "¡Da la
cara cobarde! – pero sólo los árboles susurraron. John se descubrió el enorme
tajo. Un desgajado trozo de carne se separó del cuerpo. Su grito retumbó en los
sauces, y el siseo del viento se tornó en un ensordecedor zumbido. Arrodillado
se tapaba los oídos. - "¡Basta!". - Disparó hacia la espesura.
El bosque calló. Ray sintió
como el tronco se le resquebrajaba. Una voz ronca surgió del sauce centenario.
- "Arrepiéntete…" - Pero John vació el revólver sobre la diana que, a
punta de machete, había dibujado sobre Ray. Decenas de afiladas hojas
golpetearon su cuerpo como un tambor. La mano que sujetaba el arma con firmeza,
cayó al suelo cercenada.
Ray envolvió a John con sus
raíces, dejando sólo su cabeza libre. El árbol lo comprimió tanto que parecía
que sus ojos querían abandonar las cuencas. Bajo la maraña, estiró la única
mano que le quedaba para alcanzar el machete de su cinturón. La presión
aumentó. Con la poca energía que le quedaba, cortó algunas raíces y liberó el
brazo. Dos apéndices vegetales salieron de la tierra como lanzas. Se le
clavaron en la extremidad y crujió.
John gritaba, sollozaba,
reía. Su tez amoratada reflejaba el puro miedo. "No es posible, no es
posible…" Un ejército de hojas cayó sobre su garganta.
La savia que emanaba por las
oquedades, llegaba hasta el suelo y se mezclaba con la sangre. Ray dejó que el
viento arrullara sus hojas, ahora suaves. Retiró sus raíces, liberando el
inerte cuerpo. Los viejos sauces hicieron vibrar sus ramas. John desapareció
bajo el musgo. El banquete estaba servido.
Nombre completo: Víctor
Manuel Rubio Budia
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