Era el único. El último.
No quedaba otro: el superviviente.
Eso es lo que era, y lo que sería, hasta el final.
Nadie lo recordaría; no quedaba nadie para recordar, ni para
olvidar.
Tras él, la nada.
Y se afanaba en prolongar su estatus. Hasta el fin.
El final, que se acercaba, para acabar con la leyenda del
último ser vivo sobre la faz de la Tierra.
(Explosión)
Adiós, insignificante insecto.
Nombre: Francisco Javier Gómez López
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