Aún pica. Aún; incluso del tiempo. De tener sabido 'la
sensación fantasma'; la de hormigueo.
Pero va más allá, y tendrá que ver con 'el todo'.
No voy a contar en éste purgatorio escrito: "Yo no
quise. No me pareció buena idea…" Porque la verdad, es que me apetecía; el
morbo, lo desconocido. Lo agnóstico en mí de aquello; me apetecía, y atraía
bastante.
Pasó rápido; y todos lo vieron.
Cuando una simple moneda de 10 Marcos, voló horizontalmente
a un lado.
Ellos, reaccionaron sobresaltados; como si unas manos
invisibles tiraran de cada uno violentamente hacia atrás.
No sentí sobresalto; ni unas manos invisibles que
auxiliaran. Sentí los demás dedos abrirse junto con el índice, sobre la tabla
circunscrita. Y encima de mi mano abierta una presión densa que acució en mi
garganta y estómago como acero.
La atmósfera se tornó pesada. Y el silencio se dilató, y
preñó con algo invisible.
La mano se pudrió en dos segundos. Sólo sentí un ahogo
desolador; y una rápida punzada de una tela invisible, derritiéndose sobre la
mano.
Los siguientes segundos; la sensación de alzamiento, y la
luz del sol.
Santiago Cristóbal Orovio
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