EL BLOG DE LAS JORNADAS

viernes, 30 de noviembre de 2012

La Parca de Venus de Ana María Draghia ilustrado por Rafa Castelló


Rafa Castelló Escrig (Castellón de la Plana, 1969)


LA PARCA DE VENUS


Las manecillas de un reloj de cuco se movían con un rugir constante, mientras que desde dentro sollozaba un pájaro de juguete; decolorada su madera y agrietadas sus falsas plumas. Las tinieblas invadían cada rincón de la sala. Las cortinas, que antaño habían sido blancas y ahora lucían un gris tétrico, ondeaban impulsadas por la brisa nocturna de aquel catorce de febrero del año noventa y dos. Las puertas chirriaban; los peldaños de la escalera, simulaban el  crujir de huesos humanos; las ramas de los árboles del jardín, se transformaban en garras feroces de las que colgaban manzanas envenenadas; el fregadero de la cocina, recogía las lágrimas de las goteras del techo.
            Del silencio solían provenir gritos desgarradores de entrañas, sacudidas de muebles, centenares de gusanos que se adueñaban de los pasadizos secretos, periódicos amarillentos que revestían el suelo de madera mohosa, risas que imitaban a la perfección el desequilibrio mental, llantos incontrolables que se fusionaban con el polvo para procrear una tristeza mayor. Era habitual cada uno de los rasgos y cada palabra escrita en sangre sobre la pared y las portadas de los libros. Pero, aquella noche era especial. Los animales nocturnos habitaban con la muerte en el jardín. Acechaban como perros de caza. Olían, saboreaban las palabras, se relamían con la espera del desenlace.
            El pomo giró, se abrió el portón barnizado con horror y dejó entrever y sentir el aliento cálido y oscuro de la Parca de los amores secretos de Venus. Sus pies esqueléticos anduvieron sibilantes, y su espalda se mantuvo erguida envuelta por las flechas de Cupido. En el salón, tan sólo a tres pasos, se mecía una muchacha de cabellos de ébano, sonriendo, con los ojos depositados en el reloj. En sus manos una pistola; en el sofá su amado leyendo, a las doce el cuco dio la hora y la muerte recuperó sus pies. Se sentó junto al cadáver en la mecedora y se preguntó el por qué. Al fijarse en aquel que en el sofá inmóvil permanecía, encontró su respuesta en el charco de sangre que le amparaba del frío de aquel invierno hostil.

Autor: Ana María Draghia

4 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena a la ganadora! Creo que el relato lo merece. Está muy currado y nos lleva desde el primer momento exactamente por donde quiere.

    Y felicidades a la organización por la iniviativa.

    Un saludo

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  2. Esta chica es una artista!
    Sigue así! Llegarás donde te propongas!

    Tu más sincera fan.

    Virg.

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  3. Muchísimas gracias, después de varios meses acabo de buscar el concurso, por casualidad, porque desconocía si se había efectuado la entrega del premio.

    Estoy muy agradecida.
    Un saludo.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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